Anhelo, sed y expectación es lo
que sentimos cuando se aproxima algo que deseamos. Esto es Adviento; Tiempo
para los grandes sueños. Sólo los mediocres o los desesperados renuncian a
soñar.
Pues bien, si nos asalta
la rendición, es tiempo de nuevo para alzar la cabeza, mirar a lo lejos,
dentro y fuera. Dejar que resuene como una promesa el grito de un Dios que
atraviesa el tiempo para decirnos: “Se acerca vuestra liberación”.