¡No!
El hermano Francisco abrazó al hermano León y le dictó las alabanzas al Dios
altísimo: “tú eres la seguridad, tú eres el protector, tú eres la esperanza, tú
eres la fortaleza…”. Y dicen las viejas crónicas que el Hermano León quedó
feliz y desde entonces su rostro resplandecía como el sol.
Es
que el hermano Francisco, que apenas cita una sola vez la palabra confianza, es
sin embargo el hermano de la confianza total: en Dios, en los otros, en la
creación, en todo… No hay nada que temer ni nadie de quien defenderse; es bueno
confiar; sin la confianza no se puede vivir y desplegar.
Pero,
sobre todo, el Hermano Francisco dio con la fuente de la confianza, que es de
lo que se trata. Si el corazón no tiene fuente, se agota. Francisco dio con el
Señor Jesús, fuente y origen de toda confianza.
Con
Jesús se tiene al Padre y con el Padre, Todo.
(Cta. Asís 26)