Es
impresionante, parece que nunca aprovechamos suficientemente el tiempo: no
puedo, no alcanzo,...que no llego!. El descanso mismo es como si solo se
justificase por el cansancio previo o como preparación para el próximo asalto. Y
lo que ganamos en eficacia lo perdemos en calidad de vida y relaciones, y
quizás así vamos tapando nuestra incapacidad de amar.
Es
buen tiempo este nuestro de verano para volver sobre la vida vivida, los
rostros encontrados, la caricia dada y la retenida, ver lo dicho y lo oído, el
libro que no me dijo nada, la risa boba y la oración callada, los compromisos,
los puentes y los caminos... Y sin pretensión ni otra valoración que la
confesión humilde y agradecida: Confieso que he vivido!
Nos
volvemos a encontrar en septiembre!