Como
más tarde él mismo atestiguó, había aprendido, por revelación divina, este
saludo: «El Señor te dé la paz». Por eso, en toda predicación suya iniciaba sus
palabras con el saludo que anuncia la paz. (...) Comenzó a anunciar la paz, a
predicar la salvación; y muchos que habían permanecido enemistados con Cristo y
alejados del camino de la salvación, se unían en verdadera alianza de paz por
sus exhortaciones.
Leyenda de los Tres Compañeros nº 26