Tener y necesitar piedad,
sentirse pecador, son palabras que cada vez resultan más extrañas a nuestros
oídos, pero que siguen manteniendo todo su sentido. La búsqueda de Dios y la
experiencia de limitación radical son realidades que se encuentran en el silencio
de nuestro corazón anhelante, donde se unen
la súplica y la esperanza.
Ten piedad de mí Señor, es una
súplica dirigida a Dios, El que pide espera respuesta, busca el consuelo. Kyrie eleison es un grito de angustia y de
confianza en el amor de Dios. El
salmista dice: ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión,
borra mis faltas!
Acercándonos desde nuestro ser más íntimo a la Palabra, encontramos el lugar
donde descansa de verdad nuestro corazón. Desde nuestro corazón sediento,
podemos oír en el silencio de la oración la presencia de Dios, la piedad y
la compasión de Cristo.
(Cta de Asís 38)