Si algunos quieren tomar esta vida y vienen a
nuestros hermanos, envíenlos a sus ministros provinciales; a ellos cuales
solamente, y no a otros, se conceda la licencia de recibir hermanos. Y los ministros examínenlos
diligentemente de la fe católica y de los sacramentos de la Iglesia. Y (...)
díganles la palabra del santo Evangelio (cf. Mt 19,21), que vayan y
vendan todas sus cosas y las distribuyan a los pobres. (San
Francisco)
Nadie
puede ser Hermano Menor si no ha sido llamado personalmente por el Señor. Dos son los criterios de verificación de la llamada al seguimiento del Señor:
comunión de amor con la fe de la Iglesia, y una opción de ruptura efectiva y
real con el sistema del poder y del tener que configuran el anti-Reino.
Todo
ello supone libertad interior que nace de haber experimentado el carácter
totalizante de la persona de Jesús, de la fidelidad del Padre, que nos amó
primero, y de la fuerza del Espíritu, que se apoya en nuestra debilidad.