Si Dios quiere algo, lo hace sentir de muchas formas, de tal
manera que a aquel que no responde a la llamada, le va a quedar la herida de su
falta de amor no consumado ... Pero en ningún caso la respuesta menos generosa
cambiará la decisión del Señor de amar a la persona que ha intentado seducir con el atractivo de
la verdad, del bien hacer, de la donación de sí, del seguimiento evangélico, de
la totalidad fascinante del misterio de Dios, de la belleza transfiguradora,
que es el rostro de Jesús.