16 feb 2014

SABIDURIA Y SENCILLEZ

     Muchas veces sentimos nuestra fe como una garantía de seguridad, a veces vivimos la fe como una certeza que nos hace sentirnos invulnerables. Lo que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida, en lugar de enseñarnos humildad, nos hace sentirnos orgullosos, seguros... y esto nos permite acercarnos a los demás desde arriba, atreviéndonos a juzgar su corazón.

           Francisco fue un hombre sabio sobre Dios y sabio también sobre la realidad humana, y por eso, unió la sabiduría con la sencillez. ¡Salve, reina sabiduría, el Señor te salve con tu hermana la pura santa simplicidad!. No hay sabiduría sin sencillez, no hay sabiduría sin conciencia de pequeñez. Sabiduría y la simplicidad van de la mano.

       Jesús llamó bienaventurados a los pobres, los que no saben, los que se acercan al Misterio sin pretensiones, esperándolo todo. El pobre es el que se presenta ante su Señor con las manos vacías, sintiendo que todo le será dado.

          Acercarnos continuamente a la mirada compasiva de Dios, nos da la medida de nuestra realidad, y nos permite mirar a los demás desde ese espíritu. Desde ahí podemos aceptar nuestra fragilidad; lo que creemos saber no nos asegura nada, no nos separa de nadie. Sólo Dios sabe.

(Cfr.Carta de Asís 22)