11 dic 2016

FUENTE DE LIBERTAD

Somos muy pequeños: cuando caemos una y mil veces en lo mismo, cuando no podemos, no sabemos, no somos capaces, cuando aparece ese lado nuestro que no nos gusta, pero que tampoco gusta a los otros. Ese lugar donde de verdad somos pobres es un lugar  privilegiado  para  agradecer,  porque  ahí encontramos nuestro sitio real.  Y aceptar nuestro sitio real puede ser fuente de una libertad inusitada. Cada día liberarnos de nuestra fachada, cada día, liberarnos de tener que acertar, cada día hacer lo que podamos, dejando todo en manos de Dios. Cada vez más libres, podemos ir optando por lo pequeño, por lo sencillo, por lo que no brilla; cada vez más libres, nos sentiremos más cerca de los últimos y podremos hacer una opción real con ellos.

Un día que atravesaba por la heredad de un campesino que estaba trabajando en ella, corrió este hacia el santo y le preguntó con vivo interés si era él el hermano Francisco. Al responder Francisco con humildad que sí, le dijo el campesino: «Procura ser tan bueno como dicen todos que eres, pues son muchos los que tienen puesta su confianza en ti. Por lo cual te aconsejo que nunca te comportes contrariamente a lo que se dice de ti».

Francisco, al oír esto, se postró delante del campesino, le besó humildemente los pies y le dio gracias por el favor que le hacía con la advertencia. Pues a pesar de que muchos lo tenían por santo, él se juzgaba vil a los ojos de Dios y de los hombres.               
                              

(De la Vida segunda de Celano,103:142)