Seguir
luchando cuando las cosas vienen mal dadas y uno no puede, o no cree, o no sabe
por dónde seguir...
En ese
adviento primero inesperado, María esperó al niño cargado de promesas, y luego
viéndole crecer, y más tarde esperó en él cuando se echó a los caminos y ella a
veces iba detrás, y se fué haciendo discípula... Esperó, atravesada por el
dolor, al pie de la cruz, y luego, con los que se encerraron, temerosos;
también allí estuvo, siendo para ellos madre y amiga. Y con ellos aprendió a
confiar hasta que se hizo la Luz.
Y por eso
me invitas, también a mí, a fiarme, y a esperar, activamente a Dios, a seguir
luchando cuando las cosas vienen mal dadas, a construir su reino entre muchos...
¿Qué
espero hoy de Dios, de la vida y de mí mismo?