Vocación y la misión son
inseparables. Evangelizamos con la vida, con el testimonio y con el buen ejemplo: dejándonos convertir antes de
convertir a los otros; compartiendo lo que somos y tenemos antes que enseñando;
encontrándonos con el otro con cortesía y delicadeza, antes que organizando y poniendo el corazón en las estructuras.
“Los hermanos, como seguidores de Jesucristo [...] vayan 'con
gozo y alegría' por el mundo como siervos y sometidos a todos, pacíficos y
humildes de corazón"(CCGG,64).
Esta es nuestra misión y nuestro descanso!.