Francisco de Asís es incomprensible
sin Jesús: todo él y siempre, es referencia a Jesús. La espiritualidad de
Francisco, sus vivencias más importantes e íntimas, siempre tienen que ver con
Jesús, el Cristo. Francisco él mismo, su vida, fue un icono viviente de Jesús.
Bien lo comprendió su biógrafo Tomás de Celano, que dice así:
“Bien lo saben cuantos hermanos
convivieron con él: que a diario, que de continuo traía en sus labios la
conversación sobre Jesús. De la abundancia del corazón hablaba su boca, y la
fuente de amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba
fuera. ¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los
labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús
presente siempre en todos sus miembros.” (1 Cel 115).
Jesús, el Cristo, se le hizo el todo. Encontraba a Jesús en todo
lo que hacía, decía, sentía, ¡qué bien vivir a Cristo Jesús de ese modo!