29 ago 2017

NUESTRA VOCACION. Sobre la pobreza franciscana

 
Ni siquiera el trabajo nos pertenece en propie­dad. No queremos reivindicar nada ante los tribunales humanos. Nos separaríamos de quienes ni siquiera pueden ejercitar el derecho a re­clamar. Aceptar el principio de propiedad lleva, tarde o temprano, a sustituir el seguimiento de Jesús crucificado por el orgullo, y, a nivel institucional, a acumular derechos que garanticen el futuro. Termina­ríamos por necesitar la violencia para defender nuestros privilegios.