El Papa Francisco aprobó la beatificación del Hno Francisco
Solano Casey (1870-1957). Se trata de un franciscano capuchino que dedicó su vida al servicio de los demás, y
aunque no fue brillante en sus estudios, pocos supieron vivir la misericordia
como él. Pasó gran parte de su vida como portero de un convento, y en
esa puerta las personas se agolpaban para escucharle, pedir consejo o la
curación de sus familiares. Una prueba de ello fue el comedor que dio alimentos
a miles y miles de personas durante la Gran Depresión del 29 que sacudió
Estados Unidos, y de una forma especial la ciudad en donde él vivía, Detroit.
Del este hermano se recuerdan algunos de sus mensajes, pero entre aquellos que reflejaban su forma de ser y la predicación que ofrecía a todos con su vida se encuentra esta invitación a la santidad: “Siempre traten de ser los que sirvan, no los que son servidos; traten de ser los que complazcan a los demás, no los que deban ser complacidos. No caigan en la grave trampa de ver todos los acontecimientos solamente en relación a cómo les afectan a ustedes. Tal egocentrismo es la ruina de la santidad personal. Tomen en serio estas palabras. Es la Voluntad de Dios para ustedes”.
Del este hermano se recuerdan algunos de sus mensajes, pero entre aquellos que reflejaban su forma de ser y la predicación que ofrecía a todos con su vida se encuentra esta invitación a la santidad: “Siempre traten de ser los que sirvan, no los que son servidos; traten de ser los que complazcan a los demás, no los que deban ser complacidos. No caigan en la grave trampa de ver todos los acontecimientos solamente en relación a cómo les afectan a ustedes. Tal egocentrismo es la ruina de la santidad personal. Tomen en serio estas palabras. Es la Voluntad de Dios para ustedes”.