Nada puede importar más
que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva
y absoluta.
Aquello de lo que enamoras atrapa tu imaginación,
y acaba de ir dejando su huella en todo.
Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama cada mañana,
qué haces con tus atardeceres,
en qué empleas tus fines de semana, lo que lees,
lo que conoces, lo que rompe tu corazón,
y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud.
¡Enamórate! ¡Permanece en el amor!
Todo será de otra manera!.