Inmersos en esta sociedad competitiva,
tan de prisas, tan de no llegar bien a tantas cosas…, descansar en la oración
es urgente.
Dice un biógrafo de Francisco de Asís
que hecho todo él ya no solo orante, sino
oración, enderezaba todo en él hacia lo único que buscaba en el Señor (2Cel
95). Francisco no solo oraba, sino que fue un hombre hecho oración; sus días,
sus noches, todo su ser se había vuelto oración, adoración, agradecimiento y
descanso.
Donde más y mejor descansamos es allí
donde nos sentimos acogidos, entendidos, comprendidos, afianzados, releídos por
dentro… Y Francisco se sentía afianzado y reconfortado en el Señor Dios
Altísimo, de quien es todo bien.
Orar es oasis, es fuerza, es fuente de
agua viva.