Desde el siglo XIII viviendo el mismo Francisco, los hermanos
procuran ser la presencia de Cristo y de la Iglesia en el mundo musulmán y
estar abiertos a él. Está prohibida la proclamación explícita del Evangelio a
la población marroquí. Una parte importante del ministerio de los hermanos la
constituye la atención pastoral de los cristianos extranjeros. Existe, no
obstante, la oportunidad de mantener contacto con la población marroquí, sobre
todo mediante las obras sociales y los centros educativos y culturales
dirigidos por los hermanos.
Nuestra presencia aquí tiene un carácter especial: es una
presencia pobre, humilde y discreta. Un testimonio silencioso del Evangelio,
vivido en la sencillez y la contemplación y entre los más pobres. Nuestro
diálogo con el Islam, continuación del diálogo de san Francisco con el sultán,
es un diálogo a base de vida y de caridad.