Volver cada cuatro de octubre la mirada a
Francisco de Asís, no es para mirar un pasado histórico y nostálgico, sino para
contemplar la experiencia fundante de Francisco como el icono de nuestro
futuro.
Dos palabras resumen su experiencia:
“Padre” y “Hermano”. Francisco descubre que la paternidad de Dios no es una
limitación a su libertad, sino un ofrecimiento de alianza, una promesa de vida
plena. Y de la paternidad amorosa de Dios brota la “fraternidad” entre todos
los seres vivientes. Y fraternidad significa reconocer, en todos, los signos de
la dignidad de Dios, descubrir la solidaridad interna que une a todos las
personas haciéndolas hermanas.
“Yo te alabo, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has
ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y se las has revelado a los
pequeños”
(Jesús de Nazaret)