En todo momento con sus ojos fijos en Jesucristo y en
Francisco con mirada radical al Señor. San Pedro de Alcántara, dedica sus
mejores energías en totalidad a la contemplación y experiencia de la comunión
con Dios, y se cuida de ser maestro de vida espiritual para otros: para Teresa
y para los pobres, orientándolos en la oración. Así deja a la Orden Franciscana
la herencia de su magisterio teórico y práctico.
Su mensaje de entonces
resuena también hoy: el absoluto de Dios y nuestra relación personal con Dios. Podemos
hacer, nada menos, que amistad personal con Dios!. Dios lo es todo, Dios lo
merece todo!.