La fuerza que
tiene el mal está ahí; cambio climático, guerras, enfermedad,
injusticia... muerte. EL MAL está aquí.
Por mucho que
luchemos siempre resulta más fuerte que nosotros. Hay que reconocer e integrar
en nuestra vida la presencia del mal que no depende de nosotros mismos. Llegará
un día en el que el mal se distinga del bien. Dejemos en manos de Dios el
juicio del Bien y del Mal, el último juicio.
¿Y qué hacemos
mientras tanto? ... Mientras tanto, tenemos la paciencia del amor. La lucha del
amor!. Dios está construyendo su Reino de amor. Y sabemos que para construir
ese Reino Dios sabe servirse también del mal que nos ocurre.
El amor nos enseña
a vivir también con el mal, dejando la vida en las mejores manos de Dios.